Son las 15.45 horas, en el puerto de Salou se alza al aire un cohete que anuncia el comienzo de la jornada del concurso de pesca del calamar, que desde el pasado lunes y hasta este sábado se desarrolla en aguas de la Costa Daurada, entre el Cap Salou, a la altura del faro, y la playa de L’Esquirol, en el término de Cambrils.
A bordo del Albar, embarcación que patrona Xavi Cánovas, un barcelonés aficionado habitual del domino Salou, que pasa más tiempo en la costa que en su residencia de la ciudad Condal, junto a Manuel Reina, un veterano del concurso descendiente de la familia Cap de Sucre, y su yerno, Francisco Galván, nos acercamos a la bocana, donde se encuentran ya el Baco, Can Clapa, Broleo, Carmot, Afrodita, Còmic, Delfín II, Crieda, Argos IV, Caleda… Pequeños barcos, con los cuatro tripulantes que permite como máximo la organización en cada uno de ellos, dispuestos a navegar para probar suerte.
Antes de salir, todos los participantes han preparado durante unos minutos el equipamiento necesario para este tipo de pesca en aguas costeras desde una embarcación. Más allá del barco, para la pesca a la deriva se suele hacer un montaje de uno o varios ‘bajos’ que en el mar se irán moviendo por el fondo del mar, sujetos por un sedal que se estirará con intervalos de segundos hacia arriba alcanzando una altura de entre 50 a 70 centímetros sobre la posición normal de la mano.
La hora del comienzo del concurso, las 15.15 horas aconseja a las embarcaciones a entrar mar adentro hasta alcanzar una profundidad de entre 20 y 22 metros, teniendo en cuenta que el calamar a medida que avanza la tarde se aproximará más a tierra y su captura “al anochecer suele ser propicia a una profundidad cercana a los 10 metros”, dice el veterano Manuel Reina.
“Para atraer la atención del calamar, el diseño del cebo más efectivo tiene la forma de un pez con señuelos muy luminosos, llamados pajaritos o jibioneras en colores rosa, verde o naranja que resultan muy llamativos y de fácil enganche a las mandíbulas rasposas del animal”, comenta Xavi.


La dinámica en la pesca del calamar desde el barco a la deriva aconseja situarse en el lado opuesto a la dirección del movimiento de la embarcación, que generalmente es la que marca el tiempo que hace en ese momento. Así, si el viento viene del oeste lo propio es que derive hacia el este, con lo que el pescador se ha de situar en la cara oeste de la embarcación.
En nuestro trayecto de tres horas a la deriva, el patrón, Xavier Canovas, hubo de retroceder rumbo oeste hasta en tres ocasiones. Primero porque la pesca en esta jornada era complicada y “cuesta demasiado encontrar hoy capturas, con lo que hay que buscar nuevos bancos de calamares”, decían. Y segundo, porque la marea, aunque no era excesivamente relevante, si arrastraba la embarcacicón hacia la costa con una cierta celeridad.
“Los calamares suelen venir en grupos de 15 a 20 piezas juntas”, señalaba Reina. “Por eso, cuando se coge uno hay que estar atentos porque puede caer enseguida alguno más”. Y así fue, porque tras una hora sin una sola captura, en cuestión de unos minutos se consiguieron cuatro.
En la edición de este año del Concurs del Calamar de Salou participan 130 pescadores repartidos en las 33 embarcaciones que salen cada tarde desde el Port en el Club Nàutic de Salou. Una tradición que cumple el 49 aniversario, que tiene como finalidad mantener la tradición de un pasado marinero en la vila, abierta a la participación de pescadores, jubilados o jóvenes amateurs, que disponen de una embarcación adecuada para esta finalidad. Jóvenes que muchos de ellos dejan unos días de sus vacaciones anuales para participar en este concurso, u otros que se embarcan directamente una vez han finalizado la jornada laboral en horario matinal. Es el caso de Francisco Galván, que acude a la pesca con el uniforme del trabajo, comiendo un bocadillo en los primeros momentos de la navegación.
Un concurso que se celebra todos los años en la última semana del mes de noviembre. Unos días especialmente favorables para la pesca de este cefalópodo que se suele acercar a nuestras costas desde el final del verano hasta la finalización del invierno. Su acercamiento viene debido a que son depredadores y para su crecimiento y freza necesitan alimentarse de pequeños peces esparcidos, caballas, jureles, etc. Por lo que se deben buscar en zonas donde se encuentre este alimento para ellos.


Además de los sedales que se tiran hacia arriba con la mano, los pescadores suelen provenirse de cañas de pescar que fijan en el lateral de la embarcación, con los mismos aparejos y señuelos que los utilizados a mano.
En alta mar el concurso alcanza tanta pasión como decepción. Los pescadores hacen muestras de especial satisfacción cuando alguno ve como el sedal tira más de la cuenta, de la misma forma que se va decepcionando a medida que pasan los minutos y la situación no da muestras de que la tarde vaya a tener su recompensa. No obstante, es gratificador ver como los tripulantes de una y otra embarcación se saludan, se conocen incluso a larga distancia, especialmente Manuel Reina, que como veterano de la fiesta conoce a todos los patrones de las embarcaciones y los movimientos que hacen en el mar. “No hay que perder a nadie de vista, porque según se mueven se puede ver si hay o no capturas en la zona”, dice.
En el concurso de Salou se permite hasta un máximo de cuatro tripulantes y otros tantos ‘bajos’ de pesca por embarcación, ataviados con cuatro señuelos luminosos cada uno de ellos, bien sea en los sedales a mano o en las cañas. “No es muy frecuente, pero tampoco hay que perder la esperanza de que se consigan dos o tres capturas juntas en una sola tirada”, dice Reina.