Me encuentro en el autobús de regreso a casa y veo que se sube a él una persona aparentemente obesa. Me recuerda a Carlitos. Aquel compañero de clase al que, inconscientemente supongo, entonces se le llamaba el gordito. En aquellos tiempos en los que una pareja de cómicos, El Gordo y el Flaco daban nombre en el cine, con una cierta gracia que nos hacía reir, al dúo Laurel and Hardy.
Tiempos en los que en clase hubo el gafotas, el gordo, el rarito… Sin que a ninguno de nosotros se nos tildara de ser dulces, por el mero hecho de ser diabéticos. Un momento de la historia en el que no fue frecuente la denuncia de lo que ahora ya no se tolera sin más. Y no por un sentido de estética ni un desmesurado culto al cuerpo que lleva a muchas personas al gimnasio, sino porque en la calle o en las redes sociales se insulta, en muchas ocasiones, al límite de una libertad muy peligrosa que nadie está dispuesto a tolerar.
“El exceso de obesidad conlleva problemas sociales para realizar cualquier tipo de cosa en la vida. Puede que no se pueda ir a comer a un restaurante porque las sillas son demasiado pequeñas para el volumen corporal. Si se desea viajar en avión, probablemente habrá que comprar dos billetes para tener asiento doble. Comprar la ropa también es complicado, porque hay pocas marcas donde podamos comprar un pantalón más grande de la talla XL. Y también puede tener un impacto muy negativo en la salud mental de las personas. Esta obesidad puede causar inseguridad, depresión o incluso un trastorno de la conducta alimentaria”, dice Carlota Comas Rué, profesional con 11 años de experiencia como nutricionista. Graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad Rovira y Virgili está especializada en alimentación, medicina y salud hormonal de la mujer. Después de trabajar en el Hospital Clínica Diagonal de Barcelona, durante 5 años, desde el 2018 tiene consulta propia en la Clínica Vida’m de Tarragona.
Carlota vive en Salou desde hace tres años. Como profesional dice que “la obesidad puede causar gordofobia, el rechazo y la discriminación que sufren las personas con sobrepeso por parte de la sociedad en diferentes aspectos. Para saber si se padece gordofobia debemos hacer un análisis personal de la tolerancia que tenemos con las personas con sobrepeso u obesidad. Una persona con gordofobia no acepta la diversidad de cuerpos y excluye a estas personas en situaciones cotidianas”.
Según Carlota, la obesidad empieza cuando una persona con sobrepeso tiene limitaciones a la hora de llevar una vida normal, como cualquier otra persona.
Nos podemos encontrar con una discriminación en el trabajo o en los centros educativos. En estos casos, debido a la gordofobia, estas personas son ignoradas por sus compañeros a la hora de realizar tareas en grupo o son rechazadas para optar a un puesto de trabajo mejor. También encontramos gordofobia en situaciones médicas, por ejemplo, a la hora de recibir un diagnóstico o tratamiento por parte del sanitario, centrándose sólo en su elevado peso”.
Lo que habría que preguntarse es como se adquiere esta gran masa corporal. “El exceso de obesidad puede tener un componente genético. Los genes pueden influir en varios factores que contribuyen a desarrollar esta enfermedad. Algunas personas pueden tener una predisposición genética que las hace ser más propensas a ganar peso. Esto no significa que estén destinadas a ser obesas, pero sí que pueden tener un mayor riesgo si sus hábitos de alimentación y de estilo de vida no son los correctos”.
En ocasiones nos preguntamos si la obesidad comienza en el colegio. Si se come bien o mal en los comedores escolares. Para Carlota, “en la gran mayoría de los colegios se come bien ya que los menús los elabora un nutricionista. Además, la tendencia en los últimos años es la cocina saludable. En la consulta veo muchísimos patrones de alimentación y la gran mayoría de personas cocinan saludable en casa para poder darse un capricho el fin de semana o cuando salen a comer fuera. Pero todavía hay muchos hogares donde los alimentos ultra-procesados, el azúcar, los alimentos ricos en grasa, etc. tienen un papel muy importante en nuestras vidas, que repercuten negativamente en la salud. Los hábitos están cambiando, pero todavía queda mucho trabajo por hacer”.
Un problema que, sin embargo, se puede paliar “si se pide ayuda y nos ponemos en manos de un profesional para gestionar la situación. La obesidad, como enfermedad tiene cura. El tratamiento se centra en la alimentación y la actividad física. Algunas personas también necesitarán tratamiento farmacológico para reducir el apetito y aumentar la saciedad. Como cualquier otro rechazo que pueda sufrir una persona, no debe permitirse y debemos trabajar y educar a la población para que haya el máximo respeto y tolerancia posible. Las personas obesas que sienten rechazo o discriminación pueden caer en una enfermedad mental: la depresión”.
Aunque, eso sí, no debemos perder peso de forma desmesurada por nuestra cuenta porque nos puede provocar un déficit de nutrientes, pérdida de masa muscular, alteraciones en el metabolismo, incluso problemas a nivel intestinal como por ejemplo estreñimiento o alteración en la microbiota intestinal. “Hay que tomar enserio la pérdida de peso, por lo general es algo que parece fácil de conseguir y muchas personas se aventuran a perder kilos sin apoyo por parte de un nutricionista. También nos afectará a nivel emocional, porque seguramente tendremos ansiedad por la comida, sentimiento de tristeza o de culpa y baja autoestima. Eso hará que entremos en un bucle difícil de salir”.
Otro problema, quizás secundario, pero también muy importante es el impacto que tiene en la vida social de esa persona. “Vivimos en un país en el que muchas cosas las hacemos alrededor de una mesa: quedamos con amigos para tomar algo, el domingo nos apetece hacer un aperitivo al sol, comer en casa con nuestros familiares es una tradición etc. Si no sabemos gestionar estos momentos de ocio podemos terminar encerrados en casa y fracasar”, comenta Carlota.
En España 2 de cada 10 personas adultas padecen obesidad, situando a Cataluña en el 14’2% de la población adulta. Un problema que, según los estudios que se conocen, los hombres tienen más obesidad que las mujeres y que a menor nivel educativo, mayor prevalencia de obesidad. Un problema que será menor con una mejor salud y seguir una alimentación saludable y equilibrada, que proporcione los nutrientes que el cuerpo necesita. “Para conseguirlo debemos realizar una serie de cambios en nuestra alimentación: La proporción de los platos siempre debe ser a favor de las verduras y debemos priorizar el consumo de proteínas que provengan de las legumbres, los frutos secos, el huevo, el pescado blanco y el pescado azul. Mi recomendación – añade Carlota – es que no eliminemos de la dieta los alimentos que son fuente de hidratos de carbono (pan, pasta, patata, arroz, legumbres, etc.), sino que controlemos su cantidad. Por su aporte en vitaminas y fibra, aconsejo consumir mínimo 2 piezas de fruta natural al día”.