Han pasado más de dos décadas desde que Nuria Yáñez, Fresita, conquistó Gran Hermano 5 y se ganó el corazón de España con su dulzura y espontaneidad desarmante. Detrás de aquella imagen naïf había, y sigue habiendo, una mujer con alma de artista y raíces profundas. «Salou es mío», dijo ante millones de espectadores. “El cariño que recibí entonces, y que aún hoy recibo, no se puede explicar. Es de verdad. Yo conecté con la gente porque no fingí. Yo era yo. Y sigo siéndolo”, dice desde la terraza del hotel Planas.
Aunque nació en Barcelona y actualmente reside en Sabadell, Nuria se considera 100% de Salou. “Aquí viví años muy felices. Fui al colegio Santa Maria del Mar, hice la comunión aquí, mis primeros bailoteos de fiesta fueron en la discoteca Bye Bye, trabajé en el camping Sangulí… Salou me dio mucho y yo soy de Salou”, asegura.
Ese vínculo no es solo emocional. Tiene un piso en el municipio, adonde se escapa siempre que necesita respirar. “Es mi refugio, mi lugar de paz. Me acuerdo de la niña que fui, de lo que soñaba. Y me doy cuenta de que, en el fondo, sigo siendo esa niña”, cuenta. Le encanta dar paseos hasta Vilafortuny, que le vienen bien para estar en forma, porque es su oficio el físico también es importante. “Ha que estar siempre guapa”, dice.
Antes de la fama, Fresita tuvo que trabajar duro. Estudió Turismo en Barcelona, pero en cuanto puedo regresó a Salou. Me agobiaba mucho ir a trabajar al centro de Barcelona. El metro, el tren, el autobús… Me colapsé. Estaba en esa época de juventud en la que estás filósofa y no sabes qué hacer con tu vida y decidí venir aquí para ir a trabajar tranquila, andando. Porque he cogido mucho miedo a conducir”, explica.
“De Salou me gustaba la tranquilidad de poder ir al trabajo caminando, de tener mi mundo, mis amistades. El comercio textil lo conozco muy bien. Trabajé muchos años con familias argentinas, que montaban las tiendas de ropa más bonitas. Soy experta en vestidos”, apunta.
El otoño salouense le apasiona, porque el municipio “se queda más tranquilo”. “Me gusta mucho septiembre, de hecho, vengo siempre de vacaciones en septiembre. Me gusta Salou con gente, pero también vacío. Ya sé que es de todos, pero es mío”, bromea. Echa un vistazo a su alrededor y afirma que todo ha cambiado mucho desde que ella era una niña, pero “está precioso y muy bien organizado”.


Fresita dio el salto a la televisión tras presentarse al casting de Gran Hermano. “Yo veía el programa y pensaba: ‘¿Por qué no? Quizá es mi oportunidad’. Y lo fue.” Su paso por el reality fue una combinación de ternura, espontaneidad y momentos inolvidable, como el de la vaca entrando por la puerta. “Me dijeron de todo. Pero fui honesta. No interpreté ningún personaje. Era yo, sin filtros”.
‘De ‘flower power’ a potras salvajes
Tras salir de la casa, llegó el torbellino mediático: entrevistas, portadas, bolos, campañas publicitarias. “Fue como una montaña rusa. Muy intensa. Todo el mundo me quería ver, hablar conmigo. En medio de ese vendaval, se mantuvo fiel a sí misma. “No quise subirme al tren de la polémica ni del escándalo. Nunca vendí mi intimidad. No es lo mío. Yo quería hacer cosas bonitas, dejar buen rollo, inspirar a las mujeres a ser libres».
Con el tiempo, la intensidad de los focos bajó. “La televisión cambia mucho. Y yo también cambié. Maduré. Aprendí a cuidarme, a elegir mejor, a decir que no”. Nunca dejó de trabajar y siempre con la misma sonrisa. “Nos llamaban chicas flower power, pero ahora somos potras salvajes. Mujeres que han vivido, que se han caído y levantado. Con más fuerza, con más amor propio, con más ganas de vivir”, señala.
Después del ’reality’, su carrera no paró. Ha colaborado en varios programas de televisión, ha presentado fiestas… “He estado en platós, en discotecas… Siempre con una sonrisa y con ganas de transmitir buen rollo”.
A sus 53 años, Nuria está está en una atapa álgida en lo profesional, y también ha probado en la música. El verano pasado presentó la canción ‘Amor es vida’, compuesta por su pareja, Toni Boluda, y producida por el DJ David Quijada. “El tema habla de mi vida, de lo que siento, de cómo veo el mundo ahora. Después de todo, sigo creyendo en el amor, en la amistad, en los sueños. Y quiero compartirlo con la gente”, dice.
Y acaba con un mensaje para todos: “Lo más bonito es ser feliz”. Que así sea, Fresita.