Actor, director, guionista y músico con una trayectoria internacional, William Miller (Windsor, Reino Unido, 1978) ha vivido en Estados Unidos, México, Madrid o Asturias, pero su corazón siempre ha estado en Salou, adonde llegó con su familia siendo un niño. En la capital de la Costa Daurada tiene su casa, su gente y su productora, Custom Films.
Has vivido en varios países y ciudades, pero nunca has perdido tu vínculo con Salou.
Salou es mi casa. Con esto lo digo todo. No es solo un lugar de turismo, para mí es mi día a día, mi gente, mi historia. Cuando no estoy trabajando, vuelvo aquí. He vivido por todas partes, pero siempre vuelvo a Salou. Y cuanto mayor me hago, más valoro huir del ruido. Me encanta lo que hago, explicar historias, pero no soporto la parte de exposición pública, las fiestas, el glamur. Soy bastante introvertido y aquí estoy a gusto.
¿Cómo ves el crecimiento que ha experimentado Salou en los últimos años?
Salou ha crecido muchísimo, y esto tiene cosas positivas y cosas negativas. Cuando un municipio crece tan rápidamente es muy difícil controlarlo todo. PortAventura, por ejemplo, ha siso muy positivo para el pueblo, pero también ha tenido consecuencias. Lo mismo pasa con las grandes cadenas hoteleras. Me preocupa mucho el futuro del pequeño comercio. Hay gente que lucha de verdad, que se deja la piel, pero la competencia es tremenda. Y si tienes hoteles que lo dan todo incluido, esto perjudica a los negocios familiares. Lo observo con preocupación. Yo, a los 12 años, ya trabajaba a la cocina del restaurante de mis padres y algo de esto sé.
¿En qué proyectos estás ahora?
He participado en la segunda temporada de ‘Ogli’, una serie de HBO que rodamos en México y fue uno de los éxitos del año pasado; en una película titulada ‘Arachnid, que rodé en Portugal con los productores de ‘John Wick’; en la segunda película basada en los libros de ‘Futbolísimos’ y en otra que rodé a Carolina del Norte con Radha Mitchell, que se titula ‘El jardinero’ y se estrenará en septiembre en un festival de Estados Unidos. Además, he acabado mi primera novela, ‘Bradley Influencer’, una sátira cómica sobre un influencer que se convierte en vampiro, y ya estoy escribiendo la segunda. Y desde la productora de Salou, hemos dirigido un videoclip para Ramon Berlanga y su hija y estamos preparando un cortometraje nuevo.
Con tu productora también has trabajado en una prueba de concepto rodada en Salou, ‘What The Fuck’. ¿En qué punto está?
Sí, la rodamos hace un año y medio y todavía lo estamos moviendo. Es muy difícil conseguir financiación y atención para proyectos que son diferentes. Durante mucho de tiempo, la industria solo ha financiado proyectos que encajaban en determinadas políticas o estructuras. Pero parece que esto empieza a cambiar. La gente empieza a buscar cosas nuevas, y si tienes una idea buena, cada vez tienes más posibilidades. Crucemos los dedos.
¿Cómo ves la cultura, a nivel general?
Sinceramente, la veo en crisis. En la música, en el cine, en las series, en las historias… todo se hace buscando la recompensa inmediata, la dopamina rápida. La cultura de hoy está centrada en estimular el ego y la exposición, no la mente. Las redes sociales pueden ser maravillosas, pero las usamos mal. Lo mismo pasó con internet, y ahora lo estamos viendo con la inteligencia artificial. Tenemos una herramienta potentísima que puede sustituir el 85% de la clase trabajadora, y los artistas ni te lo explico. Pero no se está utilizando con responsabilidad, sino con ansias de ganar dinero y ventajas competitivas. Nos falta ética y visión de futuro.
¿Hay alternativa?
Yo creo que el primer paso es repensar el sistema. Quizás el capitalismo ha tenido menos errores que otros modelos, pero hoy en día ya no sirve. Si ponemos en juego la inteligencia artificial, la robótica y la automatización, el dinero pierde sentido. Lo que importa es el sentido que damos a la vida. Y esto también afecta la cultura: yo no quiero que un robot me escriba un libro o me pinte un cuadro. El arte nace del alma, y para llegar a hacer una cosa bien, antes tienes que aprender las bases. Picasso hacía abstracto, sí, pero antes sabía pintar muy bien. No puedes saltarte los pasos.
Salou es Capital de la Cultura Catalana este 2025, ¿ves una oportunidad real?
Sí, si se hace con sentido. Cualquier iniciativa cultural es bienvenida, pero no tendría que ser solo para hacer actividades. Tiene que tener visión. Estamos en un momento complicado y la cultura necesita profundidad y compromiso. Si desde Salou podemos contribuir a una nueva manera de hacer las cosas, puede ser muy positivo. Salou tiene una gran oportunidad por delante.
Recientemente se ha planteado la posibilidad de poner en marcha una Film Office en Salou.
Lo veo muy bien. Me gustaría organizar un festival de cine en Salou. Pero no un festival cualquiera. Queremos hacer un festival internacional, con una estructura clara y una idea muy trabajada desde nuestra productora. Quiero que Salou no sea solo un lugar donde se proyectan películas, sino donde se cierren acuerdos, se compren ideas, se genere industria. Donde la financiación se mueva desde dentro. Quiero presentar este proyecto en el Ayuntamiento y sé que nos ayudará. En su momento se intentó, pero no se materializó. Ahora, creo que es el momento. Puedo aportar mi experiencia de 30 años dentro de la industria y, sobre todo, una mirada diferente. Para hacer una cosa así, hace falta alguien que conozca el medio. Y Salou puede y sabe cómo hacerlo.