La sala está llena. Se habla de historia. Se narran los sucesos del pasado. La ciencia o disciplina que se denomina historiografía entendida como los hechos objetivos sucedidos a lo largo de los años. Una ciencia social en un pueblo joven que se le conoce por sus hechos más recientes, desde que Salou obtuvo el 30 de octubre de 1989 la segregación con Vila-seca, y que se ha centrado en un marco turístico excepcional que hace de la población un destino de primer orden para el veraneante que nos visita.
Una historia que, sin embargo, el alcalde de la ciudad, Pere Granados, reivindica siempre que tiene oportunidad, hablando con un cierto orgullo de que la primera cita en la que aparece la palabra Salou proviene del griego en época romana en la que ya se nomina a Salauris, Sales y Anra (Mar y viento). Nombre que se leen en unos versos de Rufo Festo Avieno. Texto griego que aparece entre el 530 y 500 a.C. Aunque otra teoría hace referencia a un celtíbero (que eran uno de los grupos de pueblos celtas que habitaban la península ibérica) llamado Salònidic. Y una tercera hipótesis, en la que se trata de un mundo ibérico.
Los antecedentes de Salou y alrededor nos llevan a pensar que hubo tierras habitadas desde la época prehistórica por los primitivos recolectores y pescadores. Las ciudades primitivas, normalmente, estaban situadas cerca de la costa y cerca de un río. Aunque, muy recientemente, en la zona de Emprius, donde se alza la nueva estación de tren, con las obras se han descubierto restos de la Edad de Bronce de hace unos 3000 años. Y los yacimientos de la Cella y Barenys que se han descubierto, y que se están restaurando para ser visitados, nos indican que nos encontramos con habitáculos del 400 a.C. al 250 a.C.
El que habla de historia en esta ocasión es Joan Sardiña, de 74 años. De profesión delineante trabajó en el trazado de la AP7, aunque su vida laboral la dedicó después, aún muy joven, al negocio familiar en un supermercado. Nacido en Salou en los años cincuenta, su juventud la vive al empezar el periodo del boom turístico, o turismo de masas. Salou experimenta en aquellos años un espectacular crecimiento urbanístico provocado por el turismo, en un momento en el que se pone de moda ser moreno y las playas soleadas de Salou, que abren sus puertas a los extranjeros. Los primeros turistas de países europeos encuentran aquí el sol y playa, además del folklore de España y la sangría, consolidando los mercados y fidelizando veraneantes alemanes, ingleses y belgas.
Investigando los antecedentes de la familia, Sardiña descubre, a finales del pasado siglo, mucha información sobre Salou. Descubre que esa ciudad que acaba de conseguir la independencia de Vila-seca, en 1989, tiene unos orígenes milenarios. Es editor del libro Carrers Mullats, Calaixos Eixuts, en los que repasa la vida de muchos “boutiguers” que, como él, fueron historia viva del pueblo durante el pasado siglo.
En la conferencia que ofrece en la Sala Costa Daurada del ayuntamiento, Sardiña interactiva con algunas de las personas que se encuentran en el auditorio. Apellidos que dan nombre a ciudadanos que han hecho historia a lo largo de las últimas generaciones. Gente que se había dedicado a la agricultura o la pesca, incluso carabineros de la Caserna ferroviaria. Apellidos como Arbós, Bertomeu, Bertran, Blasi, Borràs, Brull (conocidos por el Cap de Sucre), Consarnau, Ferran, Gaseni, Figueres, Ginovart, Gombau, LLambrich, Llaó, Marsal, Orts, Pinyol, Such.. entre otros.
Algunos herederos de éstos junto a otras personas siguen con atención la historia que cuenta Sardiña. Habla de los yacimientos de la Cella y de Barenys. El primero de éstos “podría ser Cal.lipolis, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo. Un lugar donde convivieron íberos, griegos y cartagineses entre el 400 a.C. al 250 a.C. Vivían en unos habitáculos rectangulares y de una sola estancia, con un hogar de fuego”, dice.


El conferenciante pone énfasis en momentos históricos para el municipio como Las Cartas de Población en las que 1194 Alfonso de Aragón da a Ximeno d’Artusella desde el Coll de Balaguer (Hospitalet de l’Infant) hasta La Pineda. Alianza catalana-aragonesa en la que tiene una importancia especial el rey Jaume I, “quien conocedor del Puerto de Salou, arma una gran flota con más de 150 barcos, 1.000 soldados a pie, 800 caballeros, comida y caballos, para partir el 5 de septiembre de 1229, con su gran flota hacia las Islas Baleares, desembarcando en Santa Ponça y vencieron a los almohades, que contaban con el gobernador Abú Yahya al mando, en la histórica batalla de Santa Ponça”.
Sardiña menciona el libro Pirates i Corsaris, de Pedro Otiña, vecino también de Salou, en el que se habla de una costa prácticamente deshabitada en el siglo XV, en el que “debido a la guerra entre Castilla y Aragón, los piratas robaban y hacían cautivos a los habitantes de nuestra costa. Barenys tenía unos 6 fuegos o casas. Y la densa niebla baja favorecía el poder atacar. Secuestraban mujeres, niños, animales y elementos religiosos por los que pedían un rescate”. Con un papel relevante para el duque de Alburquerque, Francisco Fernández de la Cueva, que “enviado como virrey de Catalunya llega para luchar contra el vandalismo”. Es la época en la que se alza la Torre Alta y la Torre Nova, ya desaparecidas. Y la Torre Vella, inaugurada en 1530, construida por el arzobispo Pere de Cardona, que en la actualidad es escenario de actividades culturales.
Los siglos XVII y XVIII estuvieron marcados en Salou por ser el puerto más importante del Camp de Tarragona. Principalmente después de pavimentar la carretera entre Reus y Salou, por la que se trasladaban al puerto mercancías de avellanas, almendras, aguardiente, bacalao, tejidos, maderas, cítricos, garrofas, corcho… Mientras que al puerto llegaban barcos cargados de miles de monedas de plata, de 8 reales, con las que se pagaba a los soldados de la Guerra del Francés y proyectiles de artillería. Años en los que Tarragona presiona para obtener la primacía sobre el Port de Salou, con enfrentamientos entre fabricantes y exportadores de aguardiente, el gremio de marineros, el ayuntamiento de Vila-seca y el arzobispo de Tarragona.
A partir de 1800 se construye la Aduana, que fue derruida hace veinte años, y el edificio de Capitanía, que aún se conserva en el Passeig Miramar, y que hoy alberga una farmacia en sus bajos. Instalando entonces un pequeño hospital en el que, tras la inspección médica de los barcos, hacían cuarentena las personas enfermas llegadas por mar. Gente que procedía del Norte de África o de Marsella, en tiempos en los que el tifus o la cólera supusieron un serio peligro de contagio.
En 1858 se inaugura el Faro de Salou, como guía para no chocar contra las violentas olas en Cap Salou. Faro que guió el desembarco del general Joan Prim, procedente de Marruecos, que tuvo una triunfal proclama en Reus. Siete años después, en 1865, llega el tren a Salou, a la estación que ha dejado de ser operativa en 2020, tras la construcción del Corredor del Mediterrani. Las máquinas y vagones eran inglesas a vapor (carbón y agua), provenientes de Liverpool, favoreciendo la llegada de turismo y mercaderías.
La década de 1900 fueron años de desgracias. Un temporal de mar que comenzó el 31 de enero de 1911 sesgó la vida de muchos marineros y enfondó los barcos, estrellando las embarcaciones contra el Cap de Salou, apareciendo alguno de los fallecidos en Vinaròs. En Cambrils murieron 15 pescadores, de un total de 83 que fallecieron en el mar en Catalunya. Década en la que se proclama la Primera Guerra Mundial, y aunque España era neutral, en junio de 1917 un barco/carguero noruego, el Gratangen, se hundió frente a nuestra costa a 75 metros de profundidad con 3.000 toneladas de carbón.
Durante la Guerra Civil española, entre 1936 y 1939, en la llamada “Playa de Salou” se construye en el término municipal de La Pineda el aeródromo militar. Tropas republicanas y mandos ocuparon algunos chalés de Salou. Entre éstos el general Enrique Lister que se adueñó de Casa Bonet, y otros que hicieron lo propio en el Xalet del Mallorquí y el Chalet del Jardí de les Fonts.
En los años 60 Salou tenía solo 670 habitantes. El auge turístico permite la inauguración del monumento a Jaume I, el 28 de noviembre de 1965. Son años de crecimiento, de inversiones para el turismo, en los que sus ciudadanos trabajan en la construcción, el comercio y la restauración. Años de bonanza económica en los que Salou consigue la segregación de Vila-seca, en 1989, y con ella el nacimiento de un “nuevo” pueblo que no está dispuesto a olvidar su historia milenaria.