
Mientras participaba en la noche solidaria que la Cruz Roja organizó este fin de semana en Salou recordaba la película dirigida por Rafal J. Salvia, con el argumento compuesto por Augusto Alguero, que durante los primeros años de mi juventud, en la década de los 60, encandiló a los españoles por la popularidad que consiguió en la gran pantalla, ‘Las Chicas de la Cruz Roja’.
Aquellas amigas de antaño que encarnaron actrices de la talla de Conchita Velasco, Mabel Karr, Katia Loritz y Luz Márquez, en este momento les daban vida Inma, Paula, Noa, Iraina, Esther y Jasmin. Son algunas de las mujeres y hombres, especialmente jóvenes, que vestidos con trajes corporativos les identificaban como miembros de la Cruz Roja, el movimiento humanitario internacional más importante del mundo, que ofrece ayuda a personas vulnerables en situaciones de emergencia y de conflicto, y promueve la paz, la salud y la protección social.
La Cruz Roja nació en 1863 a raíz de la visión de Henry Dunant, quien presenció las secuelas de la batalla de Solferino en 1859 y propuso la creación de sociedades de socorro voluntarias. Desde entonces, más de 150 años de historia en los que, al menos a los de nuestra era, durante la pandemia nos hizo ver los momentos difíciles y de complejidad que se necesitan solventar en tiempos de solidaridad. De ahí algunos de los principios en los que se asienta la organización que son los de “aliviar el sufrimiento humano y proteger la vida, actuando principalmente en situaciones de emergencia y desastre (como inundaciones o conflictos) y a través de asistencia social a colectivos vulnerables”, tal y como se puede leer en los diferentes catálogos con los que se presenta CR al mundo.
Un movimiento que tiene en el voluntariado uno de sus principales activos, con 231.236 censados el pasado año. Voluntarios de la Cruz Roja que realizan diversas actividades de ayuda social de forma desinteresada, como socorrer en emergencias, apoyar a personas vulnerables (mayores, refugiados, etc.), asistir en crisis humanitarias y promover la inclusión social y el cuidado del medio ambiente. Participando en acciones que incluyen la provisión de ayuda humanitaria básica (alimentos, ropa), apoyo sanitario, programas de salud, y la ayuda a familias afectadas por desastres o guerras. Además, de ofrecer capacitación en salud y seguridad, servicios de socorrismo y rescate, y apoyo a miembros de las fuerzas armadas y sus familias.
Funciones estas últimas en las que los técnicos de la organización desempeñan diversos trabajos más profesionalizados, principalmente relacionadoos con la atención sanitaria de emergencia prehospitalaria y la gestión de crisis. Con tareas que incluyen prestar atención médica básica y psicológica en el lugar del incidente, inmovilizar y trasladar pacientes de forma segura, apoyar en las emergencias y desastres, y colaborar con planes de emergencia y logística sanitaria.
La ilusión que se observabas entre los asistentes de la noche solidaria en Salou, que seguramente en el haber personal de los voluntarios se trata de personas con diferentes estratos sociales y con distintas circunstancias en sus vidas personales, lo que parece que sí les une es su condición de voluntariado con objetivos comunes: principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad.

Una institución mundial como la Cruz Roja, que desde siempre la hemos sentido en más de una ocasión en nuestras vidas arraigada en nuestra sociedad, que en numerosas ocasiones de nuestros días hemos comprobado como da respuestas integrales a las personas vulnerables desde una perspectiva de desarrollo humano y comunitario, vemos, sin embargo, que la clase política no está a la altura de lo que ésta hace por el entorno social.
El equipo de gobierno del Ajuntament de Salou, que asistió en pleno con el alcalde Pere Granados a la cabeza, y el concejal Ignacio Durán (USAP) acompañaran a los organizadores en esta tercera noche solidaria, que contó con el patrocinio principal de Xavier Roig, empresario del grupo 4R Hoteles, ofreciendo un cóctel a los presentes. Hubo ausencias inexplicables de políticos y de muchas personas que lideran otras organizaciones o empresas del Camp de Tarragona. Aunque, las más de doscientas personas que asistieron a la cita hicieron de la noche un gran éxito de participación social.
En los últimos años, la «desafección de la clase política con la sociedad» no se contempla solo en este caso, porque lamentablemente afecta en muchos ámbitos de la vida en la que los políticos viven de espaldas a los ciudadanos. Una desconexión emocional y de confianza entre los ciudadanos y sus representantes políticos, que se manifiesta en una sensación de falta de representación, desconfianza y distanciamiento, a menudo exacerbada por la corrupción, la falta de resultados, o la incapacidad de los políticos para agregar preferencias y resolver los problemas sociales de manera efectiva. Desafección que lleva a la abstención electoral y al desinterés general por la política, como hemos visto en loa últimos comicios de distinto sufragio.
En una sociedad en la que las políticas deberían ser los principales instrumentos para orientar la acción, las acciones, hacia programas e iniciativas específicas financiadas y/o conducidas a favor del bien colectivo, el ejemplo de una gran mayoría de los políticos, secuestrados en su intención de respuesta por las órdenes partidistas, los ciudadanos, las entidades sociales y las organizaciones no gubernamentales se sienten abandonados.
Las palabras del alcalde Pere Granados, en nombre del equipo de gobierno municipal, ofreciendo “todo mi apoyo para que la organización siga contando con el pueblo de Salou para celebrar este tipo de actos solidarios y continúe en el ejercicio de su entrega y lucha a favor de los más vulnerables”. Así como las menciones unánimes hacia Marina Peláez, alma mater en Salou y vicepresidenta provincial de Cruz Roja en Tarragona, que recibió numerosas muestras de cariño y reconocimientos a la labor que está realizando, marcan un punto de inflexión en la conexión política y sociedad.
Enumerar ahora los múltiples programas de la Cruz Roja sería complicado. Aunque, probablemente, los programas humanitarios que ayudan a resolver algunos de los grandes problemas que sufren muchas personas en el país en este momento son los más visibles entre las 11.687.497 personas que se beneficiaron en 2024 de algún proyecto del pasado año.
Respuestas así son algunos de los grandes activos que le queda a esta sociedad que vive con desconfianza hacia los que les gobiernan. Organizaciones como Cruz Roja nos permite mantener esperanza porque ofrece asistencia humanitaria imparcial, alivia el sufrimiento humano y proporciona ayuda vital sin enjuiciar a quién se lo hace. Los símbolos que la representan son un faro de esperanza para quienes más lo necesitan, ofreciendo alimento, agua, refugio y atención médica en los muchos momentos de vulnerabilidad que sufrimos y padecemos.




