Le llamó la atención la ceremonia con la que se descorcha la botella de un vino de calidad. Esos instantes en los que después de verter ligeramente el caldo sobre la copa, se acerca a la nariz sin moverla para captar todos los aromas del vino. Hecho esto y una vez mezclados todos los aromas se pueden apreciar todos sus olores y diferenciar cada uno de ellos, para disfrutar en apenas unos segundos las muchas expresiones de respeto por el vino y por quienes comparten esta experiencia de sofisticación y elegancia ante los aromas y matices que se desprenden del mismo.
Ese primer momento que descubrió a los 18 años a Fernando Llauradó le ha llevado a una gran pasión como enófilo, término utilizado para aquellas personas a las que les gusta, son amigos o amantes del vino. “El vino se aprende y se conoce catando. A mi abuelo le gustaba esta pasión que compartió con mi padre y este conmigo, compartiendo con amigos algunas catas. Personalmente he aprendido a conocer este mundo compartiendo con amigos las experiencias”, dice Fernando Llauradó.
La familia de los Llauradó es conocida en Salou como empresarios de varias generaciones, con las tiendas Fernans. El más joven de la saga, al que se le suele ver en el establecimiento de la calle Barcelona, disfruta, sin embargo, de otra gran actividad que le emociona como enófilo. Pasión que comparte en sus viñas del Priorat con sus amigos Pablo Hausmann, restaurante la Morera, Abel Gracia, de distribuciones Álvarez Catalunya y hasta hace unos meses, según muestra la fotografía posterior, de Luís Gil. “Gracias a ellos y a muchos otros, sin los que no habría podido llevar a cabo este proyecto vinícola, ya que siempre se han mostrado dispuestos a ayudarme en las faenas propias de la poda, la quema o la vendimia”, comenta Fernando.
La marca que produce, bajo la denominación del Priorat, aunque la pequeña recolección no le da para distribuirla en masa, es El Solc de la Rella (el surco del arado) nombre que hace honor a su apellido Llauradó (labrador, arador). Un vino que para los expertos que lo han catado se trata de un caldo fresco, intenso y con un largo final. Un vino con personalidad, complejo y elegante que transmite el auténtico carácter de Priorat. Viña que se encuentra junto a otros grandes elaboradores de la comarca, como Clos Pachem, la bodega que “me ha hecho un hueco para elaborar mi vino”, un proceso complejo que se emplea desde decenas de años y en el que Fernando lo hace desde hace tres años en dos barricas, de las que extrae unas pocas botellas en cada una de ellas, que le permiten sacar 300 vinos de viñas viejas, de 107 años de antigüedad, y 300 vinos más de cepas jóvenes, con una antigüedad de 50 años.


“Cepas de las más viejas del Priorat, dice. Muy ricas en minerales que, por ubicación o predominio, es un suelo sobre piedra pura licorella, un material rústico de color gris azulado y oxidado que pertenece a la familia de la pizarra”. Cepas situadas en una tierra con pronunciadas inclinaciones de gran consistencia y con una retención muy adecuada a la humedad. Viñas extremas, sin duda”.
La variedad de El Solc de la Rella es cien por cien Cariñena, “una variante que siempre me ha atraído – dice – con la que intento darle el máximo de ternura posible, que provea la expresión pura del vino. Trabajo con madera, porque me gusta darle el pequeño impacto que da la barrica, un final más redondo y largo que me encaja perfectamente”.
Este será su cuarto año elaborando el vino. Comenzó justo durante los meses de la pandemia. hasta entonces son muchos los viajes que ha hecho a otras zonas vinícolas muy conocidas por la calidad de sus vinos, como Borgoña, Burdeos, Valle del Loira, Provenza, o por tierras italianas como la Toscana y Piamonte, aunque es un buen consumidor de los vinos españoles, donde suele viajar a la Rioja o la Ribera del Duero, Navarra, el Penedés o Castilla La Mancha. Además de conocer muy bien la mayoría de los vinos de El Priorat, donde él cultiva y elabora.
“He conocido a muchas personas que, como yo, cultivan y elaboran vino por afición. Gente enamorada de lo que producen, porque al final resulta uno más de la familia. Personalmente me siento muy afortunado de poder hacer un producto que me satisface plenamente. Intento catar los diferentes vinos que proveen los espacios de restauración. Experimento con distintas sensaciones en la combinación de la comida y el vino. Maridar, buscando nuevas sensaciones en la degustación del vino como de la comida con la que lo acompañamos”, comenta.


El vino es la gran pasión de este joven empresario, que ha conseguido con esta ilusión crear un vino sin intervención química, dando a la uva la máxima expresividad, embotellándolo con un aire estilo borgoñés, con notas muy delicadas y elegantes. Una afición que no desea hacer más allá de la que disfruta ahora mismo, porque “si intentara ampliar la plantación para una mayor recolección con más tierras, lo que hago dejaría de ser una afición, justo dimensionado a lo que perseguía ”, dice.
Como la producción es limitada, de momento, El Solc de la Rella, al que considera un vino de un nivel medio alto, se puede adquirir entre los 25 y 50 euros, según la edad del viñedo. Se puede degustar en restaurantes de un cierto nivel en Tarragona, Reus, Cambrils o Salou. “La botella tiene un precio adecuado si tenemos en cuenta la baja producción y su laboriosa elaboración, precisa. “Un vino excelente, es el que transmite una sensación de bienestar combinando perfectamente nariz y boca en un bouquet redondo, muy equilibrado. Siempre con moderación”, sonríe.