En Salou las miradas apuntan al cielo mientras dos aviones del equipo aéreo británico Aerosparx realizan acrobacias imposibles sobre el mar en la playas de Llevant y Ponent, más abarrotadas que en un día de vacaciones de agosto, pero esta vez para ver aeronaves a casi la velocidad del sonido en la Festa al Cel.
El festival, que ha atraído este fin de semana a más de 250.000 personas -según cifras del consistorio- ha vivido este domingo su momento álgido con exhibiciones de cazas y otros aviones militares, helicópteros, pilotos civiles expertos en piruetas extremas, paracaidistas del ejército del aire, un ‘air tractor’ de los Bomberos de la Generalitat o un aparato comercial de Vueling.
El litoral salouense estaba a tope: gente en la arena, con toallas y sillas de casa, en las rocas, en los chiringuitos, en el paseo marítimo… Las colas para pedir en los bares serpenteaban en las calles y aparcar era una odisea si no habías sido madrugador. Y eso que amenazaba lluvia.
El ruido del F-18 es ensordecedor y emocionante a la vez; los niños se tapan los oídos y los mayores miran con asombro e incluso con temor a que algo falle. “Menudo valor debe tener el piloto. Es brutal·, comenta Ángel, uno de los espectadores. “Va tan rápido que no lo he podido grabar con el teléfono móvil”, añade
El Eurofighter Typhoon del ejército del aire, pilotado por el capitán Jaime Molina y uno de los aviones de combate más avanzados del mundo, es otro de los grandes reclamos de este festival aéreo.


“La idea es mostrar al público todas las capacidades de la aeronave, con maniobras verticales y horizontales. Vamos a ir desde velocidades transónicas, casi a la velocidad del sonido, hasta el vuelo más lento que podemos hacer sin que el avión se caiga y empleando a fondo los motores”, afirmaba Molina antes de surcar el cielo.
Antes fue el turno del histórico OV-10 Bronco, modelo desarrollado a mediados de los años 60 por la firma North American para el ejército de Estados Unidos y que fue concebido como un avión de ataque a tierra destinado a la lucha antiguerrilla.
Voluntad de que repita
El alcalde Salou, Pere Granados, no pierde detalle de la Festa al Cel desde que empezó el viernes. “Es la exhibición aérea más importante de Europa, un acontecimiento único que ha convertido Salou en el epicentro mundial de la cultura aeronáutica y el entretenimiento familiar”, manifiesta.
La voluntad de Granados es que este evento se quede en Salou y se celebre cada año. “Tiene un impacto muy positivo, tanto en las personas, que están disfrutando con el espectáculo; como en la economía local y el turismo. Nos puede ayudar a desestacionalizar la temporada”, dice. El director del festival, Daniel Ventura, también ve con buenos ojos su continuidad en la capital de la Costa Daurada.
Los paracaidistas del ejército del aire han hecho un guiño al municipio lanzándose al vacío con una bandera de Salou, además de una de Cataluña y otra de España. “¡Visca Salou, visca Cataluña y viva España”, ha exclamado uno de los speakers.


La Festa al Cel, creada en 1991, llevaba cinco años sin celebrarse y, por primera vez, ha tenido lugar en la provincia de Tarragona. Anteriormente pasó por Barcelona, Mataró o Lleida.
El dispositivo de seguridad es extremo, por tierra mar y aire: la Guardia Civil ha desplegado a más de 300 efectivos, con embarcaciones, submarinistas o drones; y los Mossos d’Esquadra han destinado a 250 agentes.
La patrulla Aspa del ejército del aire, formada por cinco helicópteros Eurocopter EC 120B Colibri, ha sido la encargada de clausurar la fiesta. En total, el cielo de Salou ha acogido, durante tres días, más de una veintena de exhibiciones, con coreografías aéreas, música y pirotecnia sincronizada o hasta una versión del espectáculo ‘FiestaVentura’ de PortAventura con 300 drones.