En la madrugada del jueves al viernes miramos al cielo con la esperanza de ver uno de esos fenómenos que suceden, pocas veces de nuestra vida, en el sistema solar. Las nubes y la lluvia, además de la franja del planeta en la que se ha podido contemplar, han sido obstáculo para que desde la Costa Daurada se apreciara el eclipse lunar total que se ha hecho visible en una mitad del mundo. Con lo que habrá que esperar al eclipse solar parcial que, al parecer, se producirá el día 29 de este mes de marzo, en el que otro fenómeno de estas características será visible en gran parte del hemisferio norte, incluyendo a España, con la ocultación del Sol en el 32,6%, en Galicia y el 8,7%, en Baleares, según las previsiones hechas por los astrónomos que utilizan el método de Bessel para predecir los eclipses desde que se inventó a principios del siglo XIX.
Mirando al cielo es cuando la gente normal, si por normal entendemos el grueso de los ciudadanos que paseamos por la calle contemplando un día radiante de sol o una apacible noche estrellada, nos preguntamos con admiración la sorprendente energía que recibimos del sistema solar.
Para los que no somos expertos en la materia, lo importante es no confundir astrología con astronomía. “Las personas suelen confundir estos dos conceptos. La astronomía es una ciencia que estudia comprender la física del universo y la astrología es más un acto de fe en aquellos que creen en los horóscopos, en los que aparentemente influyen el movimiento de las estrellas y los planetas, en el cielo nocturno, para reflexionar sobre las relaciones humanas en la Tierra”, dice Juan Carlos Sañudo, profesional de la central nuclear de Vandellòs, apasionado de la ciencia y la tecnología y autor del libro ‘Astro-Sencillo’.
Juan Carlos, que vive en Salou, es un admirador de la astronomía, la ciencia que estudia la estructura y la composición de los astros, su ubicación y sus leyes de movimiento. De la ciencia que incluye el estudio de las propiedades químicas y físicas de los astros, los planetas, galaxias, nebulosas, agujeros negros, la radiación cósmica y todos los cuerpos espaciales. De la relación con otras ciencias exactas, como la física, la química y las matemáticas, que busca responder las preguntas sobre el universo.
Conceptos que se hacen difícil de entender y en ocasiones observar, “porque vivimos rodeados de contaminación lumínica que resulta un grave problema: altera la vida de insectos y animales, afecta a nuestro reloj interno como el ritmo cardíaco y, además, no nos permite entender mejor la astronomía”. Sañudo dice que los técnicos que diseñan las ciudades no lo hacen pensando en “hacer agradable la vida de las personas, la visión ideal al mirar hacia el cielo, porque comenzando por la iluminación de los focos de las calles, éstos deberían ser en color ámbar y enfocando hacia abajo, para disfrutar del esplendor del cielo nocturno y, también, para descansar mejor en casa”.


A Juan Carlos Sañudo le gusta dar a conocer los planetas más cercanos, ambientando su argumento, como si hiciéramos un paseo en cohete espacial por el sistema solar. Habla de la estructura y la composición de los astros, su ubicación y sus leyes de movimiento, las galaxias, nebulosas, agujeros negros, la radiación cósmica y todos los cuerpos espaciales los relaciona entre sí con otras ciencias exactas, como la física, la química y las matemáticas, y da respuesta a las dudas que se tienen sobre el universo.
Habla de la luna, «que todos sabemos cuál es y de la que ya conocemos algunas cosas por la maquinita que dejaron allí los astronautas del Apolo 17, que fue la última vez en la que el ser humano caminó por la superficie lunar, en diciembre de 1972. E incluso por la información que hemos recibido de los chinos, japoneses, indios o israelíes a través de las sondas que han enviado al satélite”.
La teoría que mejor la describe la formación del universo, según Sañudo, “es la del Big Bang, que define cómo se produjo una gran explosión de una burbuja extremadamente condensada y más pequeña que un átomo que estalló repentinamente, a una temperatura altísima que provocó desde las partículas elementales en los primeros milisegundos, hasta las galaxias que podemos observar hoy en día”.
Hipótesis que pone en entredicho la afirmación que, en la religión, nos habla de que un Dios creó el universo, según los dos primeros capítulos del Libro del Génesis, en el que Elohim, la palabra genérica hebrea para Dios, “crea los cielos y la tierra en seis días, luego descansa, bendice y santifica el séptimo; es decir el Sabbat bíblico”. Para Sañudo, “el Dios existe y creó el Universo no es una prueba científica. Es cuestión de fe. Si hay alguien que lo puede demostrar científicamente entonces es cuando se podrá cambiar de teoría”.
Entre los millones de estrellas que giran en el firmamento, en el sistema solar que nos encontramos todos los planetas que conocemos, Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Urano y Neptuno, “todos se sienten atraídos por el Sol. La velocidad a la que se mueven los planetas en el vacío del espacio permite que éstos giren y giren a su alrededor. Es un equilibrio. Si giraran más rápido se alejarían de él y si lo hicieran más lentamente acabaríamos engullidos. Los planetas giran en una órbita elíptica que nos asegura será así por millones de años”, me tranquiliza.
De las informaciones científicas recibidas por las sondas enviadas a los planetas que conocemos, para Sañudo, Marte es el más conocido desde que era el Dios de la Guerra de los romanos, el inconfundible planeta rojo. De ahí su nombre. “Lo podemos apreciar perfectamente a simple vista. Es muy brillante, con una luz fija que no parpadea, cosa que sí distingue a las estrellas”.
De los OVNIS dice que “es curioso que ahora que llevamos todos un teléfono móvil con una cámara de alta calidad con cientos de píxeles de resolución resulta que no aparece ningún objeto volador no identificado. Es difícil pensar en que haya vida humana más allá de la Tierra. En el sistema solar desde luego que no, porque no se dan las condiciones necesarias para que haya vida humana, aunque desde la Estación Espacial Internacional (ISS) se han descubierto bacterias que podrían ayudar a mantener un ecosistema que pueda sobrevivir a condiciones que no tenemos en la Tierra”.
Demasiados conceptos, apasionados para los aficionados a la astronomía, que a la gente normal nos hace pensar en un mundo, como dice el refranero, en el que “estamos en la luna”.