El presidente del Port de Tarragona, Santiago Castellà, accedió al cargo en octubre con retos por delante, como la descarbonización y la puesta en marcha de la terminal de Guadalajara-Marchamalo y la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) en Vila-seca, que ya ha despertado el interés por instalarse allí de una cuarentena de empresas, principalmente asiáticas.
“La Generalitat define esta ZAL como uno de los mejores terrenos, si no el mejor, para atraer industria en Catalunya. Tenemos 90 hectáreas urbanizadas conectadas con una estación intermodal de ferrocarril (La Boella) y con una red de carreteras para una salida de camiones ordenada. Es la intermodalidad perfecta”, asegura Castellà.
La previsión del puerto es que la ZAL esté operativa en 2026. “Empresas de los sectores del automóvil, el automóvil eléctrico, los semiconductores, las baterías o sectores vinculados al reciclado de productos y la utilización de plásticos están estudiando ubicarse allí. Son sectores estratégicos que pueden interactuar con la industria petroquímica que tenemos al lado”, señala Castellà.
En cuanto a la terminal de Guadalajara-Marchamalo, confía en que esté lista en septiembre: “Estamos estudiando el modelo de gestión. Entendemos que no tiene que ser un modelo pensado solo desde el Puerto de Tarragona, sino que tanto La Boella como Marchamalo pueden ayudar a definir una estrategia de todo el noreste de España, en la que queremos implicar a los puertos de Barcelona y Bilbao y a otros actores para hacer la transición de la carretera al ferrocarril”.
La descarbonización es uno de los grandes retos a los que se enfrenta el Puerto de Tarragona. “Estamos trabajando en la electrificación de los muelles y calculamos que en 2028 todo el tráfico de cruceros en el puerto podrá ya ser eléctrico”, avanza Castellà.
La economía azul -vinculada al mar- jugará un papel crucial en este proceso hacia un modelo más sostenible. “Aquí hay muchas actividades relacionadas con la industria del sector marítimo que están por desarrollar, como los submarinos teledirigidos, la aplicación a actividades de la inteligencia artificial, la recuperación de la biosfera marina o las nuevas dinámicas de la pesca”, apunta.
El Port de Tarragona también quiere posicionarse como un hub de eólica marina en el Mediterráneo, ya que, según su presidente, será un sector estratégico, y Catalunya quiere estar presente en el debate mundial.
“Tarragona es el lugar ideal para su implantación, por su calado y porque disponemos de muelles preparados para su desarrollo. En el momento en que haya grandes licitaciones internacionales, en Marsella, Sicilia o Cerdeña, nosotros estaremos listos. Ahora estamos en el terreno de las consultas, del conocimiento del mercado y valorando las oportunidades. 2026 será determinante para tomar decisiones”, dice.
Los cruceros son otra de sus apuestas: el puerto prevé batir este 2025 su récord de escalas, con 65, después de que MSC Cruceros haya elegido Tarragona como base para uno de sus trayectos semanales por cuarto año consecutivo.
“Más allá del número de cruceristas que llegan o de cuánto gastan, lo importante es haber situado el nombre de Tarragona en el mapa mundial y que eso atraiga inversiones. Ya no somos solo el sur de Barcelona, ahora ya tenemos una entidad propia”, manifiesta Castellà.
En este sentido, el presidente considera que el Port de Tarragona “debe ser el motor del territorio; no debe tener interés solo en su propio negocio, sino que debe ser un instrumento que sirva para la reactivación, la transición ecológica o la logística del territorio, para hacerlo más fuerte”.
“El puerto, por su propia dinámica, es un espacio despolitizado y, por tanto, puede ayudar para alcanzar consenso entre instituciones”, concluye.