
Para los que en los años 60 los juegos callejeros tradicionales y más populares fueron la cuerda o comba, el escondite, el pañuelo, la mancha y las canicas o, como alternativa coleccionaba soldaditos de metal a escala o jugaba con muñecas Barbie, sus preferencias se centran ahora en la práctica de la petanca, el dominó o la ajedrez. Prácticas que se han convertido en deporte, en el caso del ajedrez y la petanca, mientras que el dominó está en vías de proclamación. Actividades que permiten la socialización y que evitan uno de los mayores problemas que padece la gente mayor, la soledad, y que ayudan a la concentración en algunos casos y a la movilidad en otros.
Me llama la atención que decenas de personas se concentren en el parque Manuel Albinyana de Salou para jugar a la petanca. Lo hacen los domingos en competición y entre semana entrenando para mejorar la técnica de un juego que tiene su origen en La Provenza francesa a principios del siglo XX, en 1907, en La Ciotat, que surgió como una variación del juego provenzal que permitía jugar sin correr, ya que hasta entonces se requería impulsarse.
Un gran médico de la época, Galeno, ya elogió los méritos de este deporte para la salud. Mientras que los griegos alababan la fuerza con bolas de tamaño diferente que se enviaban lo más lejos posible, los romanos privilegiaron la habilidad con la idea de un objetivo al que había que aproximarse (boliche). Los marinos lo exportaron a la Galia y lo desarrollaron en todo el valle del Ródano. Una costumbre, en la época, fue reproducir escenas de la vida de un difunto sobre su sepultura y se sabe que un sarcófago de la colección Campana, en Florencia, en una de sus caras tiene esculpidos adolescentes jugando a las bolas y el parecido con las actitudes modernas, incluso en un caso representado un jugador rodilla en tierra, midiendo un punto.
En la provincia de Tarragona hay más de quinientas licencias, con las que se compiten en cinco divisiones diferentes, cuyo final es clasificarse con la mejor posición, con la que se proclama el representante de la demarcación que participa en el campeonato de España. Toda una competición que mantiene en vilo a centenares de jugadores hasta llegar a ser campeón de España, honor que en 2022 tuvo el Club Petanca de Salou, al proclamarse como el mejor equipo nacional.
Aunque importante es obtener alguno de los títulos que se ponen en disputa anualmente, los beneficios de la petanca se obtienen en “el fortalecimiento de extremidades en la gente mayor, además de mejorar la agudeza visual. Un deporte colectivo que mejora el desarrollo cognitivo, la memoria, atención, resolución de problemas, emocional y habilidades motoras, que fomenta la creatividad y el razonamiento y contribuye al bienestar general al liberar endorfinas que promueven la felicidad”, dice Aitor Arruego, secretario del Club Petanca Salou.

Un deporte que en 2024 en París esperaba ver la luz para ser olímpico, pero que no fue admitido como tal a pesar de su larga historia. Se juega con bolas que pesan entre 650 y 800 gramos para competición oficial. Los pesos más habituales para hombres suelen ser de 690 a 710 gramos, y para mujeres de 680 a 700 gramos. En competiciones específicas para deportistas de hasta 11 años, el peso puede ser de 600 gramos. El origen de los juegos de bolas, no obstante, se remonta a la noche de los tiempos. Se han encontrado bolas de piedra que datan de muchos milenios antes de Jesucristo, que los historiadores atribuyeron a 26 siglos de historia a este deporte. En el siglo VI antes de Cristo, griegos que juegan con cantos que después cambian por piedras de río planas y que no tardaron en reemplazar por piedras redondeadas más adaptadas al juego y parece ser que fueron los primeros con estas piedras redondas que llamaban esféricas los que codificaron el deporte de tirar bolas.
En Salou se practica desde 1973, lo que convierte a la entidad en la más antigua del municipio. Están inscritos 55 federados, aunque hay hasta un centenar de personas que sin estar federada suelen jugar en las tardes en las pistas del parque Manuel Albinyana. Un deporte que “al no ser tan exigente físicamente como otras competiciones, este permite que en un mismo equipo puedan jugar juntos personas muy jóvenes con otras de 90 años. En Salou tuvimos una escuela que no llegó a fraguar, pero es muy frecuente que en partidos que jugamos en otras ciudades haya personas muy jóvenes, que son una excelente noticia para el futuro de esta competición”, señala Arruego.
Bolas prohibidas
El jugar con bolas de metal , que fueron prohibidas por ordenanza y decreto en el siglo XIV por los reyes Carlos IV y Carlos V y que hubieron de esperar al siglo XVII a Enrique de Turenne para levantar estas prohibiciones, que no siempre se han respetado, dieron origen al nacimiento de la petanca. En España la creación de la federación española se inscribió en diciembre de 1984. Aunque el juego comenzó a aparecer en este país durante los años 1953 y 1954. Década en la que se van formando clubes y peñas que pasan a formar parte de la Federación Española de Bolos. Poco a poco se van expandiendo y se crean las Federaciones Regionales.
El crecimiento del número de fichas ha aumentado año tras año, pasando de las 275 del año 1953, a las casi 20.000 de 1981. Actualmente, aunque los federados no llegan a las 30.000 fichas, se cree que hay más de 200.000 personas que lo practican en España, por los 700.000 en Francia, una de las federaciones más consolidadas en Europa. De los federados españoles, casi 6.000 jugadores lo hacen en 252 clubes en Catalunya. De los que, además del club de Salou “en nuestra demarcación hay 17 clubes que juegan en cinco divisiones. Cada uno de ellos puede tener más de un equipo. La liga comienza en septiembre, dando paso en enero a jugar los torneos federativos, clasificatorios para las competiciones nacionales”. Hay equipos también en L’Atmella, Reus, Valls, La Pobla de Montornés, Cunit, Campo Claro en Tarragona. Equipos formados por una gran mayoría por hombres, aunque la entrada de la mujer, como la de los jóvenes , está experimentando un buen crecimiento año a año.
Una actividad en la que, por cierto, no falta tampoco un buen almuerzo entre partida y partida de la competición dominical, ya que se preparan gustosos desayunos a base de botifarra y panceta cocinados en la barbacoa, que se encarga de organizar cada club que juega de local.




