Mientras tomamos un café en la Plaça de la Vila, en el centro de Cambrils, una decena de personas mayores, como todos los miércoles –me dicen– se manifiestan con la bandera estelada con la que reclaman la independencia de Catalunya. Nos encontramos junto a la vivienda en la que nació a principios de los años cincuenta, “porque no pudimos ir ni siquiera al hospital y hubo de ser una madrona de antaño la que ayudó a mi madre en nuestra casa a mi nacimiento”.
En la misma plaza que de niño jugó al balón, cuando era la Plaza de España con suelo de tierra. El lugar en el que labró sus sueños de ser un cambrilense “lo más correcto posible”, al servicio de sus amigos, de sus vecinos, de todos los ciudadanos de Cambrils. Observa a la decena de personas que reclaman la independencia y dice que “soy hijo de la democracia. Ahora no me sentiría cómodo en la política. Respeto todos los pensamientos, pero en Catalunya se están perdiendo demasiadas oportunidades, se pierde mucho tiempo que será difícil recuperar. Soy catalanista no independentista. No la he defendido nunca. Convergència, dejando a un lado los problemas que hubo con Jordi Pujol, ha dejado un espacio político huérfano que la formación que lo sepa reconducir tendrá el Govern de Catalunya con el que conseguir los objetivos que Catalunya necesita.
Ahora gana el antagonismo. Faltan los grandes acuerdos de país de aquellos tiempos. Faltan políticos con la personalidad de antes”. Nombra a Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo y Antonio Garrigues Walker. “Dependemos de muchos políticos mediocres en los gobiernos y demasiada gente que depende así misma económicamente de la política, con lo que les falta independencia personal en las decisiones y responden solo a las directrices de sus partidos”.
Josep María Panicello, alcalde de Cambrils en dos épocas distintas (1987-1991 y de 1995-1997) fue reconocido en octubre de 2020 con la Medalla de Honor de la Vila. Con 73 años recuerda con una cierta nostalgia su pasado por la vieja Convergència de Catalunya. Nombra en varias ocasiones a Miquel Roca Junyent, mientras que se aprecia una cierta amargura, por cómo acabó la trayectoria política de Jordi Pujol, al hacer una pequeña mención sobre el expresidente para no entrar en detalles.
Como dice el refrán, Panicello antes de “cocinero fue fraile”, porque fue cercano a los problemas sociales de un pueblo. Tuvo una vida personal muy vinculada al asociacionismo municipal. Jugó al básquet y es ahora presidente de Honor del Club Básquet Cambrils, al que ayudó en sus inicios, y en la actualidad con más de 400 jugadores en todas las categorías. Fue cofundador del Club d’Atletisme Cambrils, del Centre d’Estudis Cambrilencs y Cambrils Tribuna; director de la Revista Cambrils, la Coral Verge del Camí y la Agrupació Fotogràfica. Desde entonces son numerosos los artículos de opinión y reportajes en los medios de comunicación y ha sido comisionado y coordinador de los 60 actos que se hicieron entre 2018 y 2019 para conmemorar el Año Cardenal Vidal i Barraquer.
De ser un niño que jugaba al balón en la antigua Plaza de España, pasó por la antigua Escola La Salle, transformada tras la fusión con la Vedruna en el actual colegio Cardenal Vidal i Barraquer. Ahí se formó educativamente, aunque muy pronto hubo de compartir los estudios con el negocio familiar, una tienda de electrodomésticos en Cambrils. Ciudad desde la que mantuvo una constante lucha a favor del comercio, no sólo a nivel local sino en toda la demarcación de Tarragona. Fue presidente de la Unió de Botiguers de Cambrils, fundador y presidente de la Federació d’Unions de Botiguers de les Comarques Meridionals de Catalunya, presidente de la Comisión de Estatutos y Régimen interno de la Confederació de Comerç de Catalunya y delegado en Tarragona del grupo TAU ICESA.
Esta experiencia grupal en el comercio de Cambrils llamó la atención de Convergència Democràtica de Catalunya. Dice que líderes como Josep Gomis, Joan María Pujals y Josep Mariné, entre otros, le llamaban con una cierta asiduidad para “asistir a reuniones clandestinas que hacíamos en un bar de la Rambla en Tarragona para hablar de política. Ni siquiera hablábamos de Convergència, pero sí de la necesidad de dar un paso al frente en las políticas municipales”. De ahí surgieron muchos líderes políticos que después encabezaron listas en sus municipios. “A mí, tras mucho insistir, en un momento de debilidad – sonríe – hube de decir que sí a ser el candidato en las elecciones municipales de Cambrils”.
Convergència i Unió (CiU), la coalición se presentó con Panicello al frente de la candidatura para dar el asalto a la alcaldía en 1987, que desde los inicios de la democracia estuvo en manos de partidos independientes y el PSC. Y así fue porque tras un empate a 6 concejales con el PSC las negociaciones posibilitaron el primero de los dos mandatos al frente del consistorio cambrilenc. “Recuerdo muy bien aquel momento en el que me senté por primera vez en la silla de alcalde. Fue un momento inenarrable. Me espantó aquella responsabilidad porque siempre había llevado Cambrils en el corazón. No había tenido ninguna experiencia política. Pero estuve acertado en el equipo de gente que llevé a mi lado, compañeros honestos que me ayudaron a gobernar con mucha honestidad. Sabíamos que estábamos allí para gestionar un pueblo, los impuestos de gente que nos había dado aquella responsabilidad. Éramos una colla d’amics que trabajó con honradez. Hoy ya no es lo mismo”, señala.
Después de cuatro años en el gobierno, condición que puso para encabezar aquellas elecciones, pasa otros cuatro en la oposición (1991-1995), para volver en 1995 a una alcaldía bicefalia que comparte en el pacto previo de dos años cada partido con el PSC. Entre estos años de política municipal, la alcaldía le llevó durante 12 años a la Diputación, como diputado de CiU. Presidió varios organismos supramunicipales, entre estos Gas Tarraconense con el que “avancé el gas a mi municipio”, y fue impulsor del proyecto del Camí de Cavet, entre Cambrils y Salou, “un vial que ha resultado estratégico en la comunicación de varias poblaciones”. Fue presidente de la Comisió de Cultura y vicepresidente de la propia diputación y se convirtió en uno de los pilares sobre los que se sostuvo durante aquellos años la propia Convergència en las comarcas meridionales.
Lejos de la política, a Panicello se le acercan muchos vecinos y aún le llama alguno de ellos alcalde “porque recuerdan momentos que compartí con ellos”. No vive para gestionar las administraciones en el día a día, aunque, sin embargo, no está ajeno a lo que sucede en la política actual, especialmente la municipal. “Me cuesta entender por qué los funcionarios se ven forzados a reclamar sus nóminas y es porque creo que no se gestionan bien los recursos. Cuando llegas a la alcaldía piensas que lo harás todo, que tendrás la oportunidad de ejecutar mañana mismo todo en lo que has pensado durante años. Pero no es así. Con la alcaldía se me acercó mucha gente, que se esfumó al día siguiente de dejar de serlo porque fueron próximas al siguiente alcalde. Con lo que cuando hablas con alguien conoces enseguida a la persona. Creo que sería muy bueno que todo el mundo pasara, al menos, un mes por la alcaldía para entender cómo funcionan las cosas que habitualmente solo las saben criticar. Admito en todos los ámbitos de la vida la crítica constructiva. Por eso me he rodeado siempre de gente que son mejores y sabe más que uno mismo, porque es el único camino para hacer bien las cosas”.