Leo. He de reconocer que me gusta leer. Durante mi larga existencia lo he realizado. Antes con menos frecuencia debido a no disponer de tiempo. Ahora que soy dueño de mi tiempo lo intento hacer con más frecuencia. Hace tiempo un amigo me dijo que lo mejor que hacía era leer, le llevaba cada día a lugares que él se construía en correlación a lo que los autores relataban. Me decía que era lo mejor que le podía ocurrir, llenar su cerebro de historias, de sueños.
Acabo de leer un libro de los muchos que estaban esperando desde hace tiempo. Me ha gustado y me ha hecho viajar a lugares remotos con una historia agradable. Además de relatar el periodo de la descolonización de la India, encuentro un gran proverbio del que hago partícipes a todos los lectores: “El libro abierto es un sabio que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Por si a alguien le apetece navegar en su ensueño, que vale la pena, lo puede hacer en “La bailarina y el inglés” de Emilio Calderón. Sus protagonistas ambos buscan su valle de las chimeneas mágicas.
Libros. Quiero seguir leyendo mientras pueda. Cada uno selecciona personalmente lo que quiere leer, nadie te impone. Esto es muy importante ya que dependiendo de las inquietudes, te puedes adentrar en historias, ideas, hechos…que otros brindan. Luego se podrán compartir con los que te rodean. En el momento actual se pueden conseguir de todas tendencias y, lo bueno, a buenos precios, salen más baratos que un café. Digo esto ya que muchas personas se desprenden de libros, por no caber en sus casas o por heredarlos de sus mayores o porque los prefieren electrónicos. He encontrado gangas en anticuarios por un euro, la mayoría sin haber sido abiertos y leídos. Pienso que la televisión e instrumentos tecnológicos son la causa de este letargo de los libros en estanterías o bien en cajas.
Cada cual que haga lo que quiera. El navegar entre las letras, las líneas, los párrafos, las hojas escritas, no tiene precio. Uno se enriquece, no de dinero, de algo más importante que nadie puede quitar y que da cultura, algo de lo que ahora suele faltar a mucha gente. También se consigue, entre muchas otras cosas, expresar mejor lo que uno piensa. Yo, al igual que los protagonistas del libro citado más arriba, con la lectura he conseguido encontrar mi valle de las chimeneas mágicas.
Emilio Mayayo / Médico jubilado